Introducción: El Arte de Tener una Buena Relación con los Suegros
Formar una nueva familia, y con ella construir una buena relación con los suegros, es una de las transiciones más profundas y, a menudo, complejas de la vida. No se trata solo de la unión de dos personas que se aman, sino de la confluencia de dos historias, dos sistemas de valores y dos clanes familiares completos. En nuestra cultura, donde la familia es el pilar de la sociedad, este proceso adquiere una dimensión especial. La familia es nuestro primer espacio de protección, el lugar donde aprendemos a amar, a comunicarnos y a forjar nuestra identidad. Estos lazos, tan fuertes y valiosos, son una fuente inagotable de apoyo, pero también pueden convertirse en un terreno fértil para fricciones y malentendidos cuando una nueva pareja busca construir su propio nido.
El Desafío: De «Hijo» a «Cónyuge»
El desafío de mantener una buena relación con los suegros no es, en esencia, un «problema» con ellos, sino una etapa natural en la creación de un nuevo sistema familiar. Es el arte de tejer un «nosotros» sólido y autónomo, sin por ello desmerecer o cortar los lazos con las familias de origen que nos formaron. Muchas veces, las tensiones surgen no por mala voluntad, sino por la dificultad de redefinir los roles y las lealtades. ¿Cómo se pasa de ser principalmente «hijo» o «hija» a ser «cónyuge»? ¿Cómo se establece un espacio propio, sin que los padres se sientan desplazados o rechazados?
Este artículo busca ser una guía comprensiva y empática para navegar esta transición. La clave para una dinámica familiar armoniosa no reside en intentar cambiar a nuestros suegros, sino en fortalecer el vínculo de la pareja, establecer una identidad clara como la unidad familiar principal y aprender a comunicar límites con amor y respeto. Al hacerlo, no solo protegemos nuestra relación, sino que sentamos las bases para una familia extendida más sana, unida y respetuosa para las generaciones venideras.
La Familia en Transición: Comprendiendo el Nuevo Escenario Familiar
Para entender las tensiones que muchas parejas enfrentan con sus familias políticas, es fundamental mirar el panorama más amplio. Las fricciones que sentimos en el día a día no son aisladas; son un reflejo de una profunda «metamorfosis» que la familia está experimentando en nuestra sociedad. Aunque los valores tradicionales de unidad y apoyo familiar siguen siendo muy importantes para nosotros, la estructura y la dinámica de los hogares han cambiado drásticamente en las últimas décadas.
Del Hogar Extendido al Nuclear: Una Mirada a las Cifras
Los datos nos muestran una clara tendencia hacia hogares más pequeños y nucleares. Entre 2007 y 2017, el número promedio de personas por hogar en el país disminuyó de 4.42 a 3.94. Más revelador aún es el cambio en la composición de los hogares: mientras que en 1993 los hogares nucleares (padres e hijos) representaban el 54% del total, para 2021 esta cifra había ascendido al 64.2%. En contraparte, los hogares extendidos (que incluyen a otros parientes como tíos, primos o suegros) disminuyeron del 25% al 15.8% en el mismo período.
La Brecha entre el Ideal y la Realidad en la Relación con los Suegros
Esta evolución estadística pinta el cuadro de una sociedad en plena transición, donde coexisten dos modelos que a menudo entran en conflicto. Por un lado, tenemos el «ideal nuclear», la aspiración a formar una familia independiente, con un espacio y unas reglas propias, un modelo que vemos reflejado constantemente en los medios y que se asocia con la modernidad. Por otro lado, nos enfrentamos a la «realidad extendida». A pesar de la disminución en la cohabitación, la interdependencia sigue siendo una característica central de nuestra cultura. El alto costo de la vivienda en las ciudades, por ejemplo, hace que muchas parejas jóvenes vivan con sus padres o muy cerca de ellos. Además, el rol de los abuelos como cuidadores principales de los nietos es un pilar fundamental para muchas familias donde ambos padres trabajan.
Esta brecha entre la aspiración de independencia y la realidad de la interconexión es una de las principales fuentes de frustración. La pareja intenta establecer límites propios de un modelo nuclear dentro de un sistema que culturalmente opera de manera extendida. Esto puede generar sentimientos de culpa en la pareja por «ser egoístas» o «abandonar» a sus padres, y sentimientos de rechazo y exclusión en los padres, que no comprenden por qué sus hijos ahora quieren poner distancia.
El Nuevo Rol de la Matriarca Familiar
A este complejo escenario se suma otro cambio fundamental: el rol evolutivo de la mujer. La jefatura femenina en los hogares ha experimentado un aumento espectacular, pasando del 18.5% en 1997 al 35.9% en 2021. Cada vez más mujeres son las principales proveedoras económicas y figuras de autoridad en sus familias. Esto tiene una implicancia directa en la dinámica con la familia política y, por ende, en la relación con los suegros. La figura de la «suegra» ya no encaja necesariamente en el estereotipo de la madre emocionalmente dependiente que no quiere «soltar» a su hijo. Hoy, es muy probable que esa suegra sea una matriarca, una mujer que ha liderado su propio hogar, tomado decisiones cruciales y sacado adelante a su familia, a menudo sola.
Comprender esto nos permite re-enmarcar el conflicto. Cuando una suegra con este perfil opina o interviene, no siempre lo hace desde la necesidad emocional, sino desde una posición de autoridad acostumbrada. Su comportamiento no es necesariamente un ataque personal a la nuera o al yerno, sino la manifestación de un rol de liderazgo que ha ejercido durante años. La interacción, por lo tanto, no es solo entre «madre e hijo», sino una negociación de poder y roles entre dos unidades familiares: la de origen, liderada por una matriarca experimentada, y la nueva, que busca establecer su propia soberanía. Este cambio de perspectiva es crucial para que la pareja pueda abordar el conflicto no como una batalla personal, sino como un proceso de ajuste diplomático entre dos sistemas familiares.
El «Cordón Umbilical» Psicológico: La Clave está en la Diferenciación
EEl término «cortar el cordón umbilical» es una metáfora poderosa que todos entendemos, pero a menudo se interpreta de forma errónea como una ruptura o un alejamiento total. En realidad, el verdadero reto no es cortar, sino transformar ese vínculo. Este paso resulta especialmente importante cuando se trata de construir una relación con los suegros basada en respeto mutuo y límites sanos. La psicología familiar, especialmente la teoría del psiquiatra Murray Bowen, nos ofrece un concepto mucho más útil y preciso: la diferenciación del self.
La diferenciación es la capacidad de una persona para mantener su propia identidad y autonomía emocional, incluso cuando está en una relación íntima y conectada con su familia. No se trata de no querer a la familia o de no necesitarla, sino de ser capaz de relacionarse con ella sin «fusionarse» o ser absorbido por sus emociones, ansiedades y expectativas. Es el delicado equilibrio entre dos fuerzas fundamentales del ser humano: la necesidad de unión y pertenencia, y la necesidad de individualidad y autonomía. Este proceso se desarrolla en dos niveles:
- Nivel Intrapsíquico (dentro de uno mismo): Es la habilidad de separar los pensamientos de las emociones. Una persona bien diferenciada puede sentir una emoción intensa (como la culpa o el enojo) sin que esta domine sus acciones. Puede pensar con claridad, evaluar la situación y decidir cómo responder, en lugar de simplemente reaccionar de forma impulsiva.
- Nivel Interpersonal (con los demás): Es la capacidad de mantener un sentido claro de quiénes somos, qué creemos y qué queremos, sin dejar que las presiones de los demás nos definan. Implica poder decir «pienso esto» o «siento esto» sin necesidad de que el otro esté de acuerdo y sin culpar al otro por nuestros sentimientos. Es lo que Bowen llama tener una «posición del yo» sólida.
Cuando el nivel de diferenciación es bajo, las personas tienden a caer en dos patrones disfuncionales para manejar la ansiedad en las relaciones familiares:
- Fusión (Fusion): Es la implicación emocional excesiva, la incapacidad de separarse del «campo emocional» de la familia. Una persona fusionada siente una necesidad abrumadora de la aprobación de sus padres. Le cuesta tomar decisiones importantes sin consultarlos y siente una responsabilidad desmedida por la felicidad de ellos. Para esta persona, establecer un límite se siente como un acto de traición o abandono, porque su sentido del «yo» está entrelazado con el «nosotros» de su familia de origen.
- Corte Emocional (Emotional Cutoff): Es la cara opuesta de la misma moneda. En lugar de lidiar con la fusión, la persona maneja la ansiedad creando una distancia drástica, ya sea física o emocional. Evita el contacto, minimiza la importancia de la familia y actúa como si el pasado no le afectara. Sin embargo, esto no es verdadera independencia. Es una postura reactiva, una «pseudo-independencia» que se alimenta precisamente de los asuntos no resueltos con la familia. El conflicto sigue ahí, latente, y a menudo se proyecta en la nueva relación de pareja.
Conflicto de Lealtades
El famoso «conflicto de lealtades», esa angustiante sensación de estar «atrapado entre mi pareja y mis padres», es el síntoma más claro de una baja diferenciación. Desde la perspectiva de Bowen, este no es un dilema de a quién querer más, sino una dinámica de «triangulación». Cuando la relación entre dos personas (por ejemplo, un padre y su hijo adulto) se vuelve tensa, a menudo introducen a una tercera persona (el cónyuge) para estabilizar el sistema y desviar la ansiedad. El individuo que se siente «desgarrado» está, en realidad, atrapado en medio de este triángulo, intentando calmar la ansiedad de todos y complacer a ambas partes, una tarea imposible que solo genera más estrés. Este patrón suele intensificarse en contextos donde la relación con los suegros es tensa o cargada de expectativas implícitas.
La solución, por tanto, no es elegir un bando. Es salirse del triángulo. Esto se logra cuando el individuo se diferencia, es decir, cuando define su propia posición como adulto, con sus propias creencias y límites. Implica entender que priorizar la nueva unidad conyugal no es un acto de deslealtad hacia los padres, sino un paso evolutivo natural y necesario en el ciclo de la vida. Reconocer esto es fundamental para fortalecer la relación con los suegros, desde una postura adulta, autónoma y libre de culpas. La lealtad primaria se traslada de la familia en la que crecimos a la familia que estamos construyendo. Este es el verdadero significado de «cortar el cordón umbilical»: no es una amputación, sino una maduración de la relación hacia un vínculo entre adultos.
Construyendo un «Nosotros» Sólido: Estrategias para Blindar la Pareja
La base para una relación armoniosa con la familia política no se construye en el territorio de los suegros, sino en la intimidad del propio hogar. Antes de poder gestionar las influencias externas, la pareja debe consolidarse como una unidad fuerte, con una identidad propia y reglas claras. Este proceso de «blindaje» es proactivo y requiere un compromiso consciente de ambos.
El Equipo Principal: La Regla de Oro de la Unidad
El principio más importante es que la pareja funcione como un equipo cohesionado. Ante cualquier situación que involucre a las familias de origen, la regla de oro es discutirla y llegar a un acuerdo
en privado antes de comunicar cualquier decisión al exterior. Esto es fundamental. Cuando los padres perciben una fisura o desacuerdo entre la pareja, es natural que intenten influir o tomar partido, a menudo sin mala intención. Presentar un frente unido elimina esa posibilidad y envía un mensaje claro: «nosotros, como pareja, hemos decidido esto». Esta unidad no solo fortalece a la pareja, sino que también genera respeto en la familia extendida, que aprende a verlos como una entidad autónoma y no como dos individuos a los que se puede manejar por separado.
Establecer Límites con Respeto y Firmeza en la relación con los suegros
Los límites son, quizás, la herramienta más poderosa y a la vez más temida en las relaciones familiares. Es crucial entender que un límite no es un muro para mantener a la gente fuera; es una guía para enseñarles cómo relacionarse con nosotros de una manera saludable y respetuosa. No se trata de decir «no te quiero en mi vida», sino «así es como funciona nuestra vida ahora, y te pedimos que lo respetes para que todos podamos convivir en paz».
- ¿Quién comunica el límite? La estrategia más efectiva es que el hijo o la hija biológica comunique el límite a sus propios padres. Cuando el yerno o la nuera lo hace, puede ser percibido como una confrontación o una afrenta. Pero cuando el propio hijo lo plantea, se enmarca en la evolución natural de su relación. Esto protege a la pareja de quedar en la línea de fuego directa y mantiene el conflicto dentro del vínculo familiar original, donde es más fácil de gestionar.
- ¿Sobre qué poner límites? Los límites deben establecerse en las áreas de conflicto más comunes. Esto incluye las visitas sin previo aviso, los consejos no solicitados sobre cómo manejar el hogar o las finanzas, y, de manera muy especial, las críticas al estilo de crianza de los hijos o a la pareja.
- ¿Cómo comunicar el límite? La clave es el asertividad: una comunicación calmada, educada pero firme. No se trata de dar un ultimátum en medio de una discusión, sino de tener una conversación tranquila en un momento neutral. Se debe usar un lenguaje que exprese los propios sentimientos y necesidades (mensajes «yo») en lugar de acusaciones (mensajes «tú»).
Guía Práctica para Establecer Límites con Respeto | ||||
Escenario Común | Respuesta Ineficaz (Reactiva) | Respuesta Eficaz (Asertiva) | Principio Psicológico | Acción |
Visitas sin avisar: Tus suegros aparecen en tu casa sin llamar, interrumpiendo sus planes. | «¡Otra vez aquí! ¿No pueden llamar antes? ¡Nunca tenemos privacidad!» (Acusación, genera defensa). | (Dicho por el hijo/a): «Mamá, papá, nos encanta que vengan, pero para nosotros es importante tener nuestro espacio y poder organizarnos. Les pedimos que, por favor, nos avisen antes de venir para poder recibirlos como se merecen. Así nos aseguramos de poder dedicarles tiempo». | Establecimiento de normas del hogar y respeto por la privacidad. | Se valida el deseo de visita, pero se establece una norma clara sobre el funcionamiento de la nueva unidad familiar. |
Consejos no solicitados sobre la crianza: Tu suegra critica que no abrigas lo suficiente al bebé. | «¡Ya sé cómo cuidar a mi hijo! ¡No te metas!» (Confrontación, escala el conflicto). | (Dicho por el hijo/a): «Gracias por preocuparte, mamá. Sé que lo haces con la mejor intención. Nosotros hemos decidido seguir las recomendaciones del pediatra y nos sentimos cómodos así. Agradecemos tu consejo, pero la decisión final es nuestra». | Afirmación de la autoridad parental. | Se agradece la intención (validación), se reafirma la propia decisión y se establece claramente quiénes son los responsables de la crianza. |
Críticas a la pareja: Tu padre le dice a tu pareja, en tono de «broma», que no cocina tan bien como tú. | Tu pareja se ofende y discuten más tarde. O tú te enfrentas a tu padre agresivamente. | (Dicho por el hijo/a, en privado a su padre más tarde): «Papá, sé que no lo hiciste con mala intención, pero el comentario que le hiciste a [nombre de la pareja] sobre la comida le hizo sentir mal. Te pido que respetes a mi pareja. Somos un equipo y una crítica hacia él/ella es una crítica hacia mí». | Protección de la unidad conyugal y frente unido. | El límite se pone en privado para no humillar. Se define a la pareja como una unidad indivisible, protegiendo el vínculo. |
Preguntas sobre finanzas: Tus suegros preguntan cuánto ganan, en qué gastan el dinero o por qué se compraron algo. | «Eso no es asunto tuyo». (Agresivo, cierra la comunicación). | (Dicho por cualquiera de los dos, con calma): «Es un tema que preferimos manejar en privado, pero les aseguramos que estamos bien y manejando nuestras cosas responsablemente. Gracias por preocuparse». | Definición de la autonomía financiera. | Se establece un límite claro sobre la privacidad de las finanzas de la pareja, agradeciendo la preocupación para suavizar el mensaje. |
La Transición del Rol: De Hijo/a a Cónyuge
Este es el cambio de identidad más profundo que debe ocurrir. Al formar una pareja estable, el rol principal de una persona pasa de ser «hijo/a» a ser «cónyuge». Esto no significa que se deje de ser hijo, sino que la lealtad, la prioridad y el centro de gravedad emocional se desplazan hacia la nueva familia que se está creando. Este cambio debe ser consciente y deliberado. Implica tomar decisiones pensando primero en el bienestar de la pareja, crear nuevas tradiciones juntos, y entender que la felicidad y estabilidad del nuevo hogar es ahora la responsabilidad primordial. Cuando este cambio de rol se internaliza, las decisiones sobre los límites con la familia de origen se vuelven más fáciles, porque ya no se sienten como una traición, sino como un acto necesario de protección y construcción de la propia familia.
Navegando Aguas Turbulentas: Manejo de Conflictos Comunes en las Relación con los Suegros
Incluso con las mejores intenciones, habrá momentos de tensión. Ciertas situaciones son focos clásicos de conflicto. Abordarlos con una estrategia clara, basada en la comprensión y el asertividad, puede marcar la diferencia entre una discusión pasajera y una herida familiar duradera.
«En mis tiempos…»: Cuando los Abuelos Cuidan a los Nietos
En nuestra realidad, es muy común que los abuelos sean una pieza clave en el cuidado de los niños, un apoyo invaluable que permite a los padres trabajar. Son transmisores de cultura, valores y un amor incondicional que enriquece la vida de los nietos. El conflicto no surge de su presencia, sino de la confusión de roles. La línea se cruza cuando los abuelos —especialmente en una relación con los suegros mal definida— pasan de «apoyar» a «suplantar» a los padres, imponiendo sus propias reglas sobre temas como la alimentación, la disciplina o el tiempo frente a las pantallas, a menudo ignorando las directrices de los padres.
La solución no es prescindir de su ayuda, sino reafirmar la jerarquía familiar con delicadeza, pero con firmeza. Los padres son la máxima autoridad en la crianza de sus hijos. Esto cobra aún más importancia cuando se trata de fortalecer la relación con los suegros desde una dinámica clara y respetuosa. La conversación para alinear criterios debe ser iniciada por el hijo o hija biológica, en un tono de colaboración y no de reproche. Un buen enfoque sería: «Mamá, papá, valoramos y agradecemos infinitamente todo lo que hacen por [nombre del nieto]. Para nosotros es muy importante que haya coherencia en su crianza, para que no se confunda. Por eso, les pedimos que nos apoyen siguiendo las reglas que hemos establecido en casa, como, por ejemplo, [mencionar una regla específica, como la hora de dormir o los dulces]. Así, todos vamos en la misma dirección por su bienestar». El objetivo es enmarcar la petición no como una crítica a su forma de hacer las cosas, sino como una necesidad de consistencia para el niño.
La Competencia Silenciosa: Entendiendo la Rivalidad Suegra-Nuera en la Relación con los Suegros
La tensión entre suegra y nuera es un arquetipo cultural, pero sus raíces son profundamente psicológicas. A menudo, se trata de una competencia no declarada por ser la mujer más importante en la vida del hombre. Por un lado, la madre puede sentir un miedo genuino a perder el afecto y el lugar central que ha ocupado en la vida de su hijo. Por otro, la nuera puede sentir la presión de no estar a la altura, de no cumplir con las expectativas de la familia y de no poder igualar ese vínculo primario entre madre e hijo.
- Consejo para la nuera: La estrategia más inteligente es no entrar en la competencia. En lugar de ver a la suegra como una rival, intenta empatizar con su posición (un día podrías estar en su lugar). Céntrate en fortalecer tu relación con tu pareja; él es tu principal aliado y quien debe mediar con su madre. Comunica tus sentimientos con respeto y evita las comparaciones con tu propia familia.
- Para entender a la suegra (y ayudar a tu pareja a manejarlo): Es vital reconocer su necesidad de sentirse valorada y útil. Imponer un cambio o criticar abiertamente su forma de ser solo aumentará su resistencia. Es más efectivo que su propio hijo le reafirme su cariño, al tiempo que le explica que su rol ha cambiado. Frases como «Mamá, te quiero mucho y siempre serás mi madre, pero ahora mi esposa es [nombre] y juntos tomamos nuestras decisiones» pueden ser muy poderosas. Se trata de diferenciar el amor de hijo del amor de pareja, y aceptar que cada uno tiene su propio lugar.
Viviendo Juntos o al Lado: Límites en Proximidad Física
La convivencia en el mismo terreno o casa con los suegros es una realidad para muchas parejas, especialmente al inicio de su vida en común. Esta cercanía física, si bien puede tener ventajas económicas y de apoyo, exige límites aún más claros y robustos para proteger la autonomía de la nueva pareja. La privacidad, el espacio personal y la toma de decisiones independiente se vuelven campos de batalla potenciales si no se gestionan adecuadamente.
La estrategia clave es crear fronteras tanto físicas como simbólicas. Físicas, como establecer que una puerta cerrada significa que la pareja necesita su espacio y no debe ser interrumpida. Simbólicas, como acordar horarios para las visitas o las comidas en común, para que haya un tiempo claramente definido como «tiempo de pareja» y otro como «tiempo familiar». La pareja debe ser un equipo extremadamente unido en este escenario, para evitar que su hogar se convierta en una simple extensión de la casa de los padres, donde las reglas y dinámicas de la familia de origen siguen imperando. Es un esfuerzo constante por decir, con acciones y palabras: «Agradecemos estar aquí, pero este es nuestro espacio y aquí funcionan nuestras reglas».
Preguntas Frecuentes (FAQ) Sobre la Relación con los Suegros
Es crucial abordar esto como un problema de la pareja, no solo tuyo. Explícale a tu pareja cómo te sientes y cómo la falta de un frente unido debilita su relación. El foco debe ser proteger el «nosotros». Si la situación no mejora, consideren la terapia de pareja; un profesional puede ofrecer herramientas para fortalecer su unidad y establecer límites saludables como equipo.
No. Una relación sana requiere esfuerzo de ambas partes. Tu responsabilidad es ser respetuoso y abierto, pero tu prioridad es tu nueva familia. El objetivo es una convivencia cordial; no tienes que forzar una amistad si no es recíproca.
Usa la fórmula «validar y afirmar». Valida su buena intención («Gracias por preocuparse»), pero afirma con firmeza tu autoridad como padre/madre («Nosotros hemos decidido hacerlo así»). Usa siempre el «nosotros» para mostrar un frente unido y deja claro que, aunque agradeces el consejo, la decisión final es de ustedes.
La ayuda genuina respeta tu autonomía y no espera nada a cambio. La intromisión controladora genera culpa, viene con condiciones y no acepta un «no» por respuesta. Si te sientes incómodo o en deuda, probablemente sea control. Confía en tu instinto.
Deja de buscar su aprobación. Tu valor no depende de su opinión. Lo que importa es la validación de tu pareja y la salud de su relación. Acepta que quizás nunca tengan la relación idealizada que esperabas. Apunta a una coexistencia pacífica y respetuosa, no a ganarte su afecto. Liberarte de esa necesidad es empoderador.
Conclusión: Hacia una Familia Extensa, Unida y Respetuosa
El camino para forjar una relación sana con la familia política es un maratón, no una carrera de velocidad. Es un proceso de maduración personal y de pareja que, aunque puede estar lleno de desafíos, tiene el poder de transformar todo el sistema familiar para mejor. Las claves del éxito no son fórmulas mágicas, sino pilares fundamentales que se construyen día a día con paciencia, amor y compromiso.
El primer pilar es el desarrollo de un yo fuerte y diferenciado. Se trata de conocerse a uno mismo, de ser capaz de mantener la propia identidad y calma emocional frente a las presiones externas. El segundo pilar es un vínculo de pareja sólido y unido, donde ambos miembros actúan como un equipo, priorizando su relación y presentándose ante el mundo como una unidad indivisible. El tercer y último pilar son los límites claros, comunicados con respeto y aplicados con consistencia, que no buscan alejar, sino enseñar a los demás cómo formar parte de nuestra vida de una manera saludable.
El objetivo final no es romper lazos con la familia de origen, sino redefinirlos. Es evolucionar de una relación de dependencia a una de interdependencia entre adultos. Al construir un «nosotros» fuerte y seguro, la pareja crea una base sólida desde la cual puede conectar con la familia extendida, no desde la obligación, el miedo o la culpa, sino desde la fortaleza, el cariño y la libertad. Este es el verdadero camino hacia una dinámica familiar armoniosa, donde cada miembro tiene su lugar, cada rol es respetado y el amor puede fluir entre generaciones de una manera más auténtica y enriquecedora para todos.
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Referencias
https://www.udep.edu.pe/hoy/2022/10/valor-de-familia
https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/5607243.pdf
https://www.datum.com.pe/new_web_files/files/pdf/nuevas_dinamicas_en_las_familias_peruanas.pdf
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https://www.psychologytoday.com/es/blog/como-manejar-una-suegra-monstruosa